sábado, 15 de marzo de 2014

ORACIÓN PARA INICIO DE SEMANA EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS PÚBLICAS_ 16/03/14

Comenzamos nuestra oración de la segunda semana de cuaresma: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

& 9. Lectura del santo evangelio según san Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús, tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a la montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:- “Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres carpas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:- “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo”. Al oírlo, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:- “Levántense, no teman”. Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:- “No cuenten a nadie esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXIÓN
LA TRANSFIGURACIÓN Y ENTREGA
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Abraham, nuestro padre en la fe, tuvo una fe indubitable, inconmovible, una fe a toda prueba, que lo llevaba a tener una confianza absoluta en los planes de Dios y una obediencia ciega a la Voluntad Divina. A Abraham Dios comenzó pidiéndole que dejara todo: “Deja tu país, deja tus parientes y deja la casa de tu padre, para ir a la tierra que Yo te mostraré”. (Gen. 12, 1-4). Y Abraham sale sin saber a dónde va. Ante la orden del Señor, Abraham cumple ciegamente. Va a una tierra que no sabe dónde queda y no sabe siquiera cómo se llama. Deja todo, renuncia a todo: patria, casa, familia, estabilidad, etc. Da un salto en el vacío en obediencia a Dios. Confía absolutamente en Dios y se deja guiar paso a paso por El. Abraham sabe que su vida la rige Dios, y no él mismo. Dios le exigió mucho a Abraham, pero a la vez le promete que será bendecido y que será padre de un gran pueblo.

Abraham respondió a un Dios desconocido para él -pues Abraham pertenecía a una tribu idólatra. Pero nosotros hemos conocido la gloria de Dios, que fue experimentada por los Apóstoles después de la Resurrección del Señor. Tres de ellos, Pedro, Santiago y Juan, pudieron ver esa gloria aún antes, en la Transfiguración, cuando Jesucristo llevó a estos tres Apóstoles al Monte Tabor y allí les mostró algo del fulgor de su divinidad. Y éstos quedan extasiados al ver “el rostro de Cristo resplandeciente como el sol y sus vestiduras blancas como la nieve” (Mt. 17, 1-9).

Es de hacer notar que la Transfiguración tiene lugar unos pocos días después del anuncio que Cristo le había hecho de su Pasión y Muerte a los Apóstoles, de manera que esta vivencia de su gloria les fortaleciera la fe, pues habían quedado muy turbados al conocer que el Señor sería entregado a las autoridades y que debería sufrir mucho, para luego morir y resucitar.

Con esto Jesucristo quiere decirles a los Apóstoles que han tenido la gracia de verlo en el esplendor de su Divinidad, que ni El -ni ellos- podrán llegar a la gloria de la Transfiguración -a la gloria de la Resurrección- sin pasar por la entrega absoluta de su vida, sin pasar por el sufrimiento y el dolor. Eso se los anunció muy claramente en el anuncio que les hizo sobre su Pasión y Muerte justo antes de su Transfiguración: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera asegurar su propia vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí, la hallará” (Mt. 16, 24-25).

Esa renuncia a uno mismo fue lo que Dios pidió a Abraham... y Abraham dejó todo y respondió sin titubeos y sin remilgos, sin contra-marchas y sin mirar a atrás. Esa renuncia a nosotros mismos es lo que nos pide el Señor para poder llegar a la gloria de la Resurrección. No hay resurrección sin muerte a uno mismo y tampoco sin la cruz de la entrega absoluta a la Voluntad de Dios.
PETICIÓN:

·      Por nosotros, aquí reunidos como comunidad educativa; para que venzamos siempre al desánimo, mirando el rostro iluminado de nuestro Señor Jesucristo, que nos anima y sostiene en nuestro caminar tras de él. Roguemos al Señor.
·      Por todos los que viven en la oscuridad, por los que no conocen a Cristo ni su amor, por los que no encuentran un sentido a sus vidas; para que encuentren en Cristo Transfigurado, la esperanza, el aliciente y la salvación, y así sus vidas se colmen de claridad. Roguemos al Señor.
·      ….
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Recemos todos juntos la oración del Padre Nuestro…. y Ave María….


Que el Señor de la Vida nos bendiga y acompañe: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.