ORACIÓN PARA INICIO DE SEMANA
EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS PÚBLICAS_ 16/03/14
Comenzamos
nuestra oración de la segunda semana de cuaresma: En el nombre del Padre, y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
& 9. Lectura del santo evangelio según san Mateo 17, 1-9
“En
aquel tiempo, Jesús, tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se
los llevó aparte a la montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su
rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la
luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces,
tomó la palabra y dijo a Jesús:- “Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres,
haré tres carpas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Todavía
estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz
desde la nube decía:- “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo”.
Al oírlo, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de espanto. Jesús se
acercó y, tocándolos, les dijo:- “Levántense, no teman”. Al alzar los ojos, no
vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les
mandó:- “No cuenten a nadie esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite
de entre los muertos”. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
REFLEXIÓN:
LA TRANSFIGURACIÓN Y ENTREGA
Abraham, nuestro padre en la fe, tuvo una fe
indubitable, inconmovible, una fe a toda prueba, que lo llevaba a tener una
confianza absoluta en los planes de Dios y una obediencia ciega a la Voluntad
Divina. A Abraham Dios comenzó pidiéndole que dejara todo: “Deja tu país,
deja tus parientes y deja la casa de tu padre, para ir a la tierra que Yo te
mostraré”. (Gen. 12, 1-4). Y Abraham sale sin saber a dónde va. Ante la
orden del Señor, Abraham cumple ciegamente. Va a una tierra que no sabe dónde
queda y no sabe siquiera cómo se llama. Deja todo, renuncia a todo: patria,
casa, familia, estabilidad, etc. Da un salto en el vacío en obediencia a Dios.
Confía absolutamente en Dios y se deja guiar paso a paso por El. Abraham sabe
que su vida la rige Dios, y no él mismo. Dios le exigió mucho a Abraham, pero a
la vez le promete que será bendecido y que será padre de un gran pueblo.
Abraham respondió a un Dios desconocido para él
-pues Abraham pertenecía a una tribu idólatra. Pero nosotros hemos conocido la
gloria de Dios, que fue experimentada por los Apóstoles después de la
Resurrección del Señor. Tres de ellos, Pedro, Santiago y Juan, pudieron ver esa
gloria aún antes, en la Transfiguración, cuando Jesucristo llevó a estos tres
Apóstoles al Monte Tabor y allí les mostró algo del fulgor de su divinidad. Y
éstos quedan extasiados al ver “el rostro de Cristo resplandeciente como el
sol y sus vestiduras blancas como la nieve” (Mt. 17, 1-9).
Es de hacer notar que la Transfiguración tiene
lugar unos pocos días después del anuncio que Cristo le había hecho de su
Pasión y Muerte a los Apóstoles, de manera que esta vivencia de su gloria les
fortaleciera la fe, pues habían quedado muy turbados al conocer que el Señor
sería entregado a las autoridades y que debería sufrir mucho, para luego morir
y resucitar.
Con esto Jesucristo quiere decirles a los Apóstoles
que han tenido la gracia de verlo en el esplendor de su Divinidad, que ni El
-ni ellos- podrán llegar a la gloria de la Transfiguración -a la gloria de la
Resurrección- sin pasar por la entrega absoluta de su vida, sin pasar por el
sufrimiento y el dolor. Eso se los anunció muy claramente en el anuncio que les
hizo sobre su Pasión y Muerte justo antes de su Transfiguración: “El que
quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga.
Pues el que quiera asegurar su propia vida la perderá, pero el que pierda su
vida por mí, la hallará” (Mt. 16, 24-25).
Esa renuncia a uno mismo fue lo que Dios pidió a
Abraham... y Abraham dejó todo y respondió sin titubeos y sin remilgos, sin
contra-marchas y sin mirar a atrás. Esa renuncia a nosotros mismos es lo que
nos pide el Señor para poder llegar a la gloria de la Resurrección. No hay resurrección
sin muerte a uno mismo y tampoco sin la cruz de la entrega absoluta a la
Voluntad de Dios.
PETICIÓN:
·
Por nosotros, aquí reunidos como
comunidad educativa; para que venzamos siempre al desánimo, mirando el rostro
iluminado de nuestro Señor Jesucristo, que nos anima y sostiene en nuestro
caminar tras de él. Roguemos al Señor.
·
Por todos los que viven en la
oscuridad, por los que no conocen a Cristo ni su amor, por los que no
encuentran un sentido a sus vidas; para que encuentren en Cristo Transfigurado,
la esperanza, el aliciente y la salvación, y así sus vidas se colmen de
claridad. Roguemos al Señor.
·
….
Recemos todos juntos la oración del Padre Nuestro….
y Ave María….
Que
el Señor de la Vida nos bendiga y acompañe: En el nombre del Padre, y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.