viernes, 1 de mayo de 2020

Viernes de la III Semana de Pascua (01-05-20)




Evangelio del día – Lectio Divina Juan 6, 52-59

«Yo lo resucitaré en el último día»

Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo ven a estos momentos donde nos disponemos de corazón y mente para escuchar el mensaje de Dios y ponerlo en acción en nuestra vida. Amén.

📖 Evangelio según Juan 6, 52-59
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?».09
Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente». Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Palabra del Señor

📕 Lectura, ¿Qué dice el texto?
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu atención, tu interés?

📗 Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?
El texto de hoy aparentemente es muy complejo, pero para entenderlo debemos ir al contexto, al momento en que Jesús dice esto, donde y qué significado trae, es decir entender las instrucciones de Dios, oírlo y entender su enseñanza. La Carne y sangre: Es expresión de vida y de entrega total. Cuando dijo esto, era cerca de la fiesta de Pascua. Dentro de unos pocos días, iban a comer la carne del cordero pascual en la celebración de la noche de pascua. Ellos no entendían las palabras de Jesús, porque tomaron todo al pie de la letra; Jesús quería aprovechar el momento y hacer un ejemplo con lo que iba acontecer con su significado y eso lo vieran en él. Comer la carne de Jesús significa aceptar a Jesús como el nuevo Cordero Pascual, cuya sangre nos libera de la esclavitud. La sangre era la señal de la vida. Beber la sangre de Jesús significa asimilar la misma manera de vivir que marcó la vida de Jesús. Finalmente aquí él empieza a instituir la Eucaristía, pero hay algo muy importante que debemos entender, el valor de la Eucaristía es vivir la vida con entrega total y asimilar la misma manera de vivir que marcó la vida de Jesús, ¿Qué entiendo y que valor le doy, cuando Jesús me dice que debo comer su carne y beber de su sangre?, muchas veces creemos que tan solo con el hecho de ir a misa y comer su carne y beber su sangre es el culmen de mostrar mi amor y lealtad a él, ¿Eso es suficiente?, es cierto que ese momento es sumamente importante pero, después ¿Vivo la vida con entrega total, siguiendo la misma manera en que Jesús actuó, dio, amo, ayudó, y todo lo que él nos pide que hagamos?, si solo como su carne y bebo su sangre, pero no le doy y no cumplo con el significado que verdaderamente merece, entonces, ¿Quién soy?, ¿Qué estoy haciendo?, ¿Dónde muestro realmente que estoy comiendo la carne y bebiendo la sangre de Jesús?
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?

📘 Oración, ¿Qué le decimos a Dios?
Mi Señor Jesús, si deseo y quiero comer de tu carne y beber tu sangre, porque tu eres ejemplo de vida, de vivir de acuerdo a las instrucciones de Dios Padre, quiero ser como tú y aceptar que tú vivas en mí y yo en ti; recordar siempre, que cuando voy al templo y me acerco a comer la Eucaristía, estoy diciéndote que quiero «Vivir como tú nos enseñaste», darle el valor y significado propio y que se vea reflejado en mis actos y actitudes; soy humano y muchas veces no logró alcanzar completamente este propósito, pero mi esfuerzo y mi voluntad también lo valen porque creo en ti y tú en mí. Amén.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu oración personal? Cada uno pone sus intenciones.

📙 Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?
«Yo lo resucitaré en el último día» (Repetimos tres veces)

Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que te ayuda a recordar este texto?

🏃🏻 Acción, ¿A qué me comprometo con Dios?
1.    Entender el significado de comer la carne y la sangre de Jesús.
2.    Recordar que en mis actos y actitudes estoy mostrando cómo es que como la carne y bebo la sangre de Jesús, el valor y significado que le doy.
3.    Buscar y aceptar en todo momento que el Señor viva en nosotros y nosotros en él.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a realizar?


REZAR EL PADRE NUESTRO EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS



Por Jose Antonio Pagola

La oración del Padrenuestro es una oración breve. La única que Jesús dejó en herencia a sus seguidores. Es una oración extraña. La rezan todos los cristianos, pero no habla de Cristo. Se reza en todas las iglesias, pero no se menciona a ninguna iglesia. Los católicos la pronuncian en la misa del domingo, pero no dice nada de ninguna religión. Como dice J. D. Crossan, es “una oración revolucionaria que proclama una nueva visión de la historia. Se trata de un manifiesto radical y un himno de esperanza en un lenguaje dirigido a toda la tierra”.

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS
Tú eres nuestro Padre, recuerda que todos somos tus hijas e hijas. Estás en los cielos porque eres de todos. No estás ligado a ningún templo, ni a ningún lugar sagrado de la tierra. No perteneces a un pueblo ni a una raza privilegiada. No eres propiedad de ninguna religión. No eres solo de los buenos. Todos te podemos invocar como Padre.

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE
Es nuestro primer deseo en estos momentos dolorosos para toda la humanidad. Que tu nombre de Padre sea reconocido y respetado. Que nadie lo desprecie haciendo daño a tus hijos e hijas. Que no perdamos nuestra confianza en Ti. Que sean desterrados los nombres de todos los dioses e ídolos que nos deshumanizan. El dinero que nos divide y no nos deja ser hermanos; la violencia que alimenta nuestras guerras; el poder que nos lleva a despreciar a los débiles.

VENGA TU REINO
Si Tú reinas entre nosotros, reinarán en la tierra la justicia, la igualdad y la paz. Nos podremos enfrentar juntos a los problemas del planeta. Unidos como hermanos y hermanas venceremos a las pandemias que puedan afligir a la humanidad. Que no reinen los ricos sobre los pobres; que los pueblos poderosos no abusen de los débiles; que los varones no dominen a las mujeres. Que venga tu reino y reine en la tierra la fraternidad.

HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
Que se haga tu voluntad y no la nuestra. El coronavirus nos está descubriendo que en la tierra todo está inacabado, todo lo vivimos a medias. No queremos aprender que los humanos somos seres frágiles y vulnerables, que no podemos alcanzar aquí la plenitud que desde lo más hondo de nuestro ser todos anhelamos. Padre, solo podemos confiar en tu Bondad insondable. Que no se haga pues lo que queremos nosotros, movidos por el egoísmo, el consumismo y nuestro bienestar. Que se haga lo que Tú quieres, pues siempre buscarás el bien de todos.

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA
Que, en estos momentos tan duros para el mundo, a nadie le falte el pan. No te pedimos dinero ni bienestar, no queremos riquezas para acumular. Solo te pedimos para todo el pan de cada día. Que esta pandemia del coronavirus nos recuerde para siempre que lo primero de todo es la vida: que los hambrientos puedan comer, que los pobres dejen de llorar, que los países del bienestar acojamos a los migrantes y refugiados para que puedan sobrevivir y tener un hogar.

PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS
Padre, perdona nuestras deudas: nuestra indiferencia, nuestra incredulidad, nuestra resistencia a confiar en Ti. A lo largo de estos años, todos hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más críticos, pero también menos consistentes. Más indiferentes a todo lo que no sea nuestro bienestar, pero más vulnerables que nunca ante cualquier crisis. No nos resulta fácil creer, pero se nos va a hacer difícil no creer en nada. Padre, perdónanos y despierta nuestra vida interior.


COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES
En estos momentos en que vivimos sobrecogidos al descubrir la impotencia que todos sentimos ante ese límite inevitable de la muerte, también nosotros queremos perdonarnos mutuamente, unos a otros. No queremos alimentar ni rechazos ni resentimientos contra nadie. Queremos vivir esta dura experiencia como hermanas y hermanos.

NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN
Somos débiles y limitados. Lo estamos experimentando ahora más que nunca. Estamos siempre expuestos a tomar decisiones y cometer errores que pueden arruinar nuestra vida y la de otros. Por eso, no nos dejes caer en la tentación de olvidarte y rechazarte a Ti, Padre. Despierta en nosotros la confianza en tu bondad. Te necesitamos más que nunca. Tú puedes abrir caminos para encontrarte con cada uno de nosotros: creyentes y no creyentes, ateos o agnósticos. Que todos podamos sentir tu fuerza callada pero eficaz en nuestro interior.

Y LÍBRANOS DEL MAL
Somos responsables de nuestros errores, pero también víctimas. El mal y la injusticia no están solo en nuestras personas. Están también en las estructuras y las instituciones, en las políticas y las religiones. Por eso, terminamos nuestra oración con un grito: ¡Padre, arráncanos del mal! Un día, esa felicidad plena que todos anhelamos se hará realidad. Las horas alegres y dichosas que hemos disfrutado en la tierra y también las experiencias amargas y dolorosas que hemos vivido; el amor, la justicia y la solidaridad que hemos sembrado, y también los errores y torpezas que hemos cometido… Todo será transformado en felicidad plena. Ya no habrá muerte ni dolor. Nadie estará triste, nadie tendrá que llorar. Un texto cristiano escrito en una de las primeras comunidades pone en boca de Dios estas palabras: “Al que tenga sed, yo le daré gratis del manantial de la vida” (Apocalipsis 21,6). “Gratis”, es decir no por nuestros méritos; “al que tenga sed de vida”, ¿y quién no tiene sed de vida eterna? Cada uno ha de decidir cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Yo creo y confío en que el misterio último de la realidad, que algunos llamamos “Dios”, otros “Energía”, otros “lo Trascendente” y otros “nada”, es un Misterio de Bondad en el que todos encontraremos la Plenitud de nuestra existencia. AMÉN.

Fuente REVISTA VIDA NUEVA