Por Jose Antonio Pagola
La oración del Padrenuestro es una oración breve. La única que Jesús dejó en herencia a sus seguidores. Es una oración extraña. La rezan todos los cristianos, pero no habla de Cristo. Se reza en todas las iglesias, pero no se menciona a ninguna iglesia. Los católicos la pronuncian en la misa del domingo, pero no dice nada de ninguna religión. Como dice J. D. Crossan, es “una oración revolucionaria que proclama una nueva visión de la historia. Se trata de un manifiesto radical y un himno de esperanza en un lenguaje dirigido a toda la tierra”.
PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS
Tú
eres nuestro Padre, recuerda que todos somos tus hijas e hijas. Estás en los
cielos porque eres de todos. No estás ligado a ningún templo, ni a ningún lugar
sagrado de la tierra. No perteneces a un pueblo ni a una raza privilegiada. No
eres propiedad de ninguna religión. No eres solo de los buenos. Todos te
podemos invocar como Padre.
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE
Es
nuestro primer deseo en estos momentos dolorosos para toda la humanidad. Que tu
nombre de Padre sea reconocido y respetado. Que nadie lo desprecie haciendo
daño a tus hijos e hijas. Que no perdamos nuestra confianza en Ti. Que sean
desterrados los nombres de todos los dioses e ídolos que nos deshumanizan. El
dinero que nos divide y no nos deja ser hermanos; la violencia que alimenta
nuestras guerras; el poder que nos lleva a despreciar a los débiles.
VENGA TU REINO
Si
Tú reinas entre nosotros, reinarán en la tierra la justicia, la igualdad y la
paz. Nos podremos enfrentar juntos a los problemas del planeta. Unidos como
hermanos y hermanas venceremos a las pandemias que puedan afligir a la
humanidad. Que no reinen los ricos sobre los pobres; que los pueblos poderosos
no abusen de los débiles; que los varones no dominen a las mujeres. Que venga
tu reino y reine en la tierra la fraternidad.
HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL
CIELO
Que
se haga tu voluntad y no la nuestra. El coronavirus nos está descubriendo que
en la tierra todo está inacabado, todo lo vivimos a medias. No queremos
aprender que los humanos somos seres frágiles y vulnerables, que no podemos
alcanzar aquí la plenitud que desde lo más hondo de nuestro ser todos
anhelamos. Padre, solo podemos confiar en tu Bondad insondable. Que no se haga
pues lo que queremos nosotros, movidos por el egoísmo, el consumismo y nuestro
bienestar. Que se haga lo que Tú quieres, pues siempre buscarás el bien de
todos.
DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA
Que,
en estos momentos tan duros para el mundo, a nadie le falte el pan. No te pedimos
dinero ni bienestar, no queremos riquezas para acumular. Solo te pedimos para
todo el pan de cada día. Que esta pandemia del coronavirus nos recuerde para
siempre que lo primero de todo es la vida: que los hambrientos puedan comer,
que los pobres dejen de llorar, que los países del bienestar acojamos a los
migrantes y refugiados para que puedan sobrevivir y tener un hogar.
PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS
Padre,
perdona nuestras deudas: nuestra indiferencia, nuestra incredulidad, nuestra
resistencia a confiar en Ti. A lo largo de estos años, todos hemos cambiado
mucho por dentro. Nos hemos hecho más críticos, pero también menos
consistentes. Más indiferentes a todo lo que no sea nuestro bienestar, pero más
vulnerables que nunca ante cualquier crisis. No nos resulta fácil creer, pero
se nos va a hacer difícil no creer en nada. Padre, perdónanos y despierta
nuestra vida interior.
COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS
DEUDORES
En
estos momentos en que vivimos sobrecogidos al descubrir la impotencia que todos
sentimos ante ese límite inevitable de la muerte, también nosotros queremos
perdonarnos mutuamente, unos a otros. No queremos alimentar ni rechazos ni
resentimientos contra nadie. Queremos vivir esta dura experiencia como hermanas
y hermanos.
NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN
Somos
débiles y limitados. Lo estamos experimentando ahora más que nunca. Estamos
siempre expuestos a tomar decisiones y cometer errores que pueden arruinar
nuestra vida y la de otros. Por eso, no nos dejes caer en la tentación de
olvidarte y rechazarte a Ti, Padre. Despierta en nosotros la confianza en tu
bondad. Te necesitamos más que nunca. Tú puedes abrir caminos para encontrarte
con cada uno de nosotros: creyentes y no creyentes, ateos o agnósticos. Que
todos podamos sentir tu fuerza callada pero eficaz en nuestro interior.
Y LÍBRANOS DEL MAL
Somos
responsables de nuestros errores, pero también víctimas. El mal y la injusticia
no están solo en nuestras personas. Están también en las estructuras y las
instituciones, en las políticas y las religiones. Por eso, terminamos nuestra
oración con un grito: ¡Padre, arráncanos del mal! Un día, esa felicidad plena
que todos anhelamos se hará realidad. Las horas alegres y dichosas que hemos
disfrutado en la tierra y también las experiencias amargas y dolorosas que
hemos vivido; el amor, la justicia y la solidaridad que hemos sembrado, y
también los errores y torpezas que hemos cometido… Todo será transformado en
felicidad plena. Ya no habrá muerte ni dolor. Nadie estará triste, nadie tendrá
que llorar. Un texto cristiano escrito en una de las primeras comunidades pone
en boca de Dios estas palabras: “Al que tenga sed, yo le daré gratis del
manantial de la vida” (Apocalipsis 21,6). “Gratis”, es decir no por nuestros
méritos; “al que tenga sed de vida”, ¿y quién no tiene sed de vida eterna? Cada
uno ha de decidir cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Yo creo y confío en
que el misterio último de la realidad, que algunos llamamos “Dios”, otros
“Energía”, otros “lo Trascendente” y otros “nada”, es un Misterio de Bondad en
el que todos encontraremos la Plenitud de nuestra existencia. AMÉN.
Fuente REVISTA VIDA NUEVA
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