domingo, 24 de mayo de 2020

Lectio Divina Dominical de la Ascensión del Señor Ciclo A (24-05-20)


«Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo»

PRIMERA LECTURA: Hechos 1, 1-11
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 46, 2-3. 6-9
SEGUNDA LECTURA: Efesios 1, 17-23

Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo, Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias. Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo. Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros. Amén.

TEXTO BÍBLICO: Mateo 28, 16-20

 28,16: Los once discípulos fueron a Galilea, al monte que les había indicado Jesús. 28,17: Al verlo, se postraron, pero algunos dudaron. 28,18: Jesús se acercó y les habló:  Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra. 28,19: Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos, bautícenlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, 28,20: y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

El evangelista Mateo concluye su obra con este gran final, como si fuera una sinfonía, los acordes más importantes quedan para el último, cuando los que escucharon, quedan resonando en las mentes y los corazones estos últimos sonidos.  Ahora, entonces, es el nuevo comienzo, que ha sido confiado a los discípulos que harán en nombre del Señor su obra. Los seguidores, son los que ahora se transforman en misioneros, por encargo del mismo Jesús.

Sin embargo, el mensaje central de este texto no consiste tanto en la aparición de Jesús, sino más bien en la misión que Él confía a sus apóstoles. Ellos serán ahora los responsables de llevar esta Buena Noticia, el Evangelio, la noticia esperada, y sumergir a todos en el misterio de Dios uno y Trino.

El lugar: el monte llamado de las bienaventuranzas, donde el él inició su ministerio. Allí Jesús dejó su nueva alianza y aquí termina en la tierra su servicio. Queda en manos de los Apóstoles, de los discípulos, de los seguidores, esta labor. Es el momento de la Iglesia, que debe llevarse hasta los confines de este mundo. Nadie debe quedarse sin recibir, aceptar, la Buena Noticia y luego convertirse en propagador de la misma.

El texto comienza con Jesús que es visto y reconocido por sus discípulos que lo adoran, y como dice otra traducción, lo adoraron aun cuando antes habían dudado. El proceso de muerte y resurrección de Jesús no debe haber sido fácil para ellos.

Las palabras de Jesús aquí son sencillas, cortas, claras y contundentes. Comienza Él diciéndoles algo que reafirmará su identidad: “Todo poder me ha sido dado” o, me han confiado toda la autoridad tanto en el cielo como en la tierra. Y es con esa autoridad que Jesús inaugura un nuevo tiempo mesiánico. Con esa autoridad, los envía a todos los pueblos. Es decir, les delega la autoridad, para que en su nombre, en el nombre del que todo lo puede, vayan y conviertan a todos.

Tristemente la Palabra autoridad hoy está muy desgastada, pues quienes la han ejercido han abusado de ella. Por eso nos cuesta a nosotros entender qué es esto de “la autoridad”. La delegación de un poder. Hay que intentar sobrepasar las fronteras de la mente para no querer medir a Dios que es inmedible, sino solamente aceptarlo. Él con la autoridad recibida del Padre, la confía a sus discípulos, a su Iglesia, pero no para abusar, sino para servir.

Pongamos atención en los verbos posteriores: Vayan, hagan discípulos míos, bautícenlos consagrándolos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir lo que les he mandado. Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo.

El primer verbo, que a veces no queda muy claro es el verbo ir, que está conjugado en el modo imperativo. No es una sugerencia, Jesús con su autoridad, manda, y dice claramente “VAYAN”. Es decir, no se queden, no se estanquen, salgan anuncien. Ese salir de sí mismo, de la zona de confort, del lugar donde se sienten cómodos, para ir a llevar el mensaje con un propósito: hacer discípulos.

A los que crean, los bautizan, los consagran. Bautizar significa sumergir, es decir, les da la autoridad para que los introduzcan en el misterio divino trinitario. Pero también da otro mandato: Enséñenles a cumplir todo lo que les he mandado. Enseñar, es una de las primeras actividades de la Iglesia.

Salir, bautizar, enseñar. Con estos tres verbos sintetizamos la gran apertura de la Iglesia, en la que estará presente Jesús por siempre, hasta el fin del mundo.

Reconstruimos el texto:
1.    ¿Cómo comienza el texto? ¿Dónde habían ido los Apóstoles? ¿A quién encontraron?
2.    ¿Cuál fue la reacción de los Apóstoles cuando vieron a Jesús?
3.    ¿Qué les dice Jesús a los Apóstoles sobre su autoridad?
4.    ¿Para qué usa la autoridad Jesús?
5.    ¿Cuáles son los verbos que Jesús les indica a los Apóstoles que deben seguir?
6.    ¿En qué tiempo verbal están conjugados? ¿Qué significa esto?
7.    ¿Cómo finaliza el texto? ¿Qué dice Jesús?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

1. Jesús vuelve a citarnos ¿acudimos a su llamado?
2. ¿Reconocemos a Jesús como el Cristo Resucitado, el Señor de la Historia?
3. ¿Qué significa adorar a Jesús? ¿Acaso también adoro a otros que tengo por dioses, como el poder, el placer, el poseer, el dominar? Sé sincero contigo mismo, y preséntate al Señor como eres
4. ¿Reconozco la autoridad de Jesús? ¿Entiendo que su autoridad ejerce todo el poder para el servicio?
5.  Cuando Jesús dice: VAYAN ¿en que pienso yo? ¿Qué ese mandato es para los otros? O ¿también es para mí? Muchos dicen que nosotros hemos malinterpretado este mandato, hemos construido templos, salones parroquiales, nos metemos dentro y desde adentro en nuestra zona de confort, decimos: “Vengan si quieren que los evangelicemos” ¿Estará bien esta postura?
6. Si yo he sido bautizado, reconozco todos los días el valor de mi bautismo.
7. ¿Enseño a los demás todo lo que ha mandado el Señor? o ¿Creo que esto es sólo para los maestros, catequistas, evangelizadores y misioneros?
8. ¿Me doy cuenta que una Iglesia misionera es lo que hace falta? ¿y que yo mismo debo ser misionero, el que hace discípulos a los demás?
9. Jesús prometió su presencia, pero también las condiciones las dio antes. Vivamos su presencia mientras salimos, evangelizamos, anunciamos, proclamamos el único bautismo y enseñamos.

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:

Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Cuántas veces me cuesta encontrarte, reconocerte.
Señor, tú me llamas, tú vienes a buscarme.
Que reconociéndote te alabe y te adore.
No me dejes que caiga en la tentación de ir en búsqueda de ídolos falsos.
Sólo Tú Señor puedes salvar, puedes curar, puedes hacerlo con tu autoridad.
Gracias por delegarme tu autoridad para salir en tu nombre bendito, a anunciar a los pueblos tu misericordia, tu perdón, tu reconciliación con la humanidad.
Que nunca me canse de enseñar a los demás, que no tenga miedo de proclamarte públicamente, aún en medio de esta sociedad que quiere relegarte a los rincones.
Quédate con nosotros, nuestra vida sin Ti no vale.
Quédate hasta el fin del mundo y de la Historia como lo has prometido.
Y que seamos nosotros los que continuemos con tu Historia de Salvación. Amén.

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo» (Versículos 20)

Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y agradeciendo a Jesús que venga.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.


Si estoy solo, vuelvo a leer el texto, busco el interior de las palabras que son dadas para mí. Descubro estos verbos que Dios me dice a mí: vayan. Y hago un propósito de salir de mi zona de confort, de donde me siento bien. Me propongo ir a algún lugar donde nunca antes había anunciado el Evangelio. Puede ser en mi grupo de amigos, pero también puede ser un lugar donde habiten personas que se muestran hostiles con la sociedad, tal vez porque nadie les habló de Jesús. Escribe tu compromiso misionero.

En el grupo. Es importante destacar la importancia de estos verbos como vayan, salgan, enseñen. ¿Cómo podemos adaptarlos a nuestra vida de grupo cristiano? Proponerse una misión de visitar a algunos grupos de jóvenes que suelen estar reunidos sin mucho que hacer o en lugares donde normalmente no se habla de Jesús y como grupo poder hacer un servicio eclesial. Somos la prolongación de las manos de Jesús.