«Quien come este pan vivirá
siempre»
PRIMERA LECTURA: Deuteronomio 8, 2-3. 14b-16ª
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 147, 12-13.14-15.19-20.
SEGUNDA LECTURA: 1 Corintios 10, 16-17
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo, Ven a
nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias. Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre
quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo. Que tu Palabra llegue a
toda nuestra vida y se haga vida en nosotros. Amén.
TEXTO BÍBLICO: Juan
6, 51-58 (BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO)
6,51: Yo soy el pan
vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá siempre. El pan que yo doy
para la vida del mundo es mi carne.
6,52: Los judíos se
pusieron a discutir: ¿Cómo puede éste darnos de comer [su] carne?
6,53: Les contestó
Jesús: Les aseguro que, si no comen la carne y beben la sangre del Hijo del
Hombre, no tendrán vida en ustedes.
6,54: Quien come mi
carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.
6,55: Mi carne es
verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
6,56: Quien come mi
carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
6,57: Como el Padre
que me envió vive y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí.
6,58: Éste es el pan
bajado del cielo y no es como el que comieron sus padres, y murieron. Quien
come este pan vivirá siempre. Palabra del Señor.
Estudio Bíblico.
El Evangelista y Apóstol
Juan, pone en boca de Jesús el así llamado: discurso sobre el pan de vida.
El Pan, es alimento, y es
necesario para la vida. Pero Jesús hace esto como una comparación con el pan
que alimenta momentáneamente y el pan que alimenta para siempre, para la vida
eterna.
Aquí Jesús habla del Pan
y lo relaciona con su propia carne. Esta parte del texto, se vuelve más
sacrificial, y en el contexto de la tradición de la Iglesia, se vuelve más
Eucarístico. El sacrificio de Jesús, a través de la Pascua, nos ayuda a poder
entender este texto. Es su entrega como el único sacrificio agradable al Padre,
unido al memorial de la última cena, en que toma sentido este texto.
No es de culpar a los
judíos que aparecen aquí, sin entender el mensaje de Jesús. Realmente sólo
después de la experiencia Pascual, es cuando todo lo dicho por el Señor toma
otra dimensión.
Ahora no se trata sólo de
recibir en la vida la Palabra reveladora de Jesús, sino de hacer un lugar en la
propia vida al misterio de su Persona, que quiere alimentarnos. Jesús es Pan de
vida no solamente en todo lo que Él hace, sino especialmente en su Iglesia, en
el sacramento de la Eucaristía, donde el ámbito comunitario de la unidad de los
creyentes, también lo es con Cristo.
Estas palabras de Jesús:
“El pan que yo doy para la vida del mundo
es mi carne”. Es la cima de la revelación sobre Jesús - Pan –
Alimento. Jesús en su humanidad, se entrega sacrificialmente, por la
salvación del mundo entero, en la muerte en cruz. Por eso Él siempre dice “dar
su vida” “dar su carne” y lo hace para que todos tengan vida.
Jesús insiste: “Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene
vida en mí y yo en él”. Jesús mismo es el alimento que nos une al Padre.
Curiosamente al revés de los alimentos normales que tomamos, de los que
extraemos las sustancias nutritivas y los transformamos en nuestra vida, la
Eucaristía nos ofrece la vida del que comemos. Nos transformamos en Aquel que
nos alimenta y nos unimos así al Padre del cielo. Este nuevo pan, es totalmente
completo, no como el maná que comieron los israelitas en el desierto y
murieron. El que come de este pan, vivirá para siempre.
Reconstruimos el texto:
1. ¿A quién dirige su discurso Jesús?
2. ¿Con qué se compara el mismo Jesús?
3. ¿Por qué dice que Él es el Pan de Vida?
4. ¿Cuál es la relación entre el Pan y la carne de Jesús?
5. ¿Qué sucede con quien come el cuerpo y bebe la sangre del
Señor?
6. ¿Cuál es la relación con quien come el pan y la vida para
siempre?
2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas
para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
1. Jesús comienza su discurso diciendo: “Yo soy”, ¿reconozco
en Jesús al Dios único y verdadero, el mismo que habló desde el principio?
2. ¿Entiendo que Jesús vino con una encomienda especial de
Dios Padre, que todos tuviéramos vida?
3. ¿Entiendo que la Iglesia, siguiendo la tradición desde
los primeros discípulos, continúa ofreciendo el sacrificio Eucarístico para mi
salvación?
4. ¿Doy la importancia necesaria al Sacrificio del Señor?
¿Comulgo con frecuencia? ¿Lo hago con toda la conciencia?
5. Jesús habla de comer el Pan de Vida, y que esto trae
consecuencias para la vida eterna. ¿Soy consciente que juego mi eternidad a
través de este cumplimiento?
6. ¿Espero gozoso la resurrección del último día por la
participación de la Eucaristía?
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al
Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora.
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de
decirle algo al Señor:
Gracias Señor por tu
Palabra Salvadora. Gracias por venir a darnos tu cuerpo y tu sangre como el Pan
de Vida Eterna. Queremos estar unidos a ti.
Te invito que, junto con
toda la Iglesia, recitemos este antiguo himno, que en el original en latín se
dice Adorote Devote:
Te Adoro
con Devoción
Te adoro
con devoción,
Dios escondido,
oculto verdaderamente
bajo estas apariencias.
A ti se somete mi corazón
por completo, y se rinde
totalmente al contemplarte.
Dios escondido,
oculto verdaderamente
bajo estas apariencias.
A ti se somete mi corazón
por completo, y se rinde
totalmente al contemplarte.
Al juzgar
de ti se equivocan
la vista, el tacto, el gusto,
pero basta con el oído
para creer con firmeza;
creo todo lo que ha
dicho el Hijo de Dios;
nada es más verdadero
que esta palabra de verdad.
la vista, el tacto, el gusto,
pero basta con el oído
para creer con firmeza;
creo todo lo que ha
dicho el Hijo de Dios;
nada es más verdadero
que esta palabra de verdad.
En la cruz
se escondía
sólo la divinidad,
pero aquí también
se esconde la humanidad;
creo y confieso ambas cosas,
y pido lo que pidió
el ladrón arrepentido.
sólo la divinidad,
pero aquí también
se esconde la humanidad;
creo y confieso ambas cosas,
y pido lo que pidió
el ladrón arrepentido.
No veo las
llagas
como las vio Tomás,
pero confieso
que eres mi Dios;
haz que yo crea
más y más en ti,
que en ti espere,
y que te amé.
como las vio Tomás,
pero confieso
que eres mi Dios;
haz que yo crea
más y más en ti,
que en ti espere,
y que te amé.
¡Oh
memorial de la
muerte del Señor!
Pan vivo que das
vida al hombre;
concede a mi alma
que de ti viva,
y que siempre
saboree tu dulzura.
muerte del Señor!
Pan vivo que das
vida al hombre;
concede a mi alma
que de ti viva,
y que siempre
saboree tu dulzura.
Señor
Jesús,
bondadoso pelícano,
límpiame, a mí,
inmundo, con tu sangre,
de la que una sola gota
puede liberar
de todos los crímenes
al mundo entero.
bondadoso pelícano,
límpiame, a mí,
inmundo, con tu sangre,
de la que una sola gota
puede liberar
de todos los crímenes
al mundo entero.
Jesús, a
quien ahora
veo oculto,
te ruego que se cumpla
lo que tanto ansío:
que al mirar tu rostro
ya no oculto,
sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.
veo oculto,
te ruego que se cumpla
lo que tanto ansío:
que al mirar tu rostro
ya no oculto,
sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.
Y que seamos nosotros los
que continuemos con tu Historia de Salvación.
Hacemos un momento de
silencio para responder al Señor y demos gracias porque nos llena de alegría.
Añadimos nuestras
intenciones de oración.
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la
contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para
que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
«Quien come este pan
vivirá siempre» (Versículos 58)
Y de esta forma nos
ponemos en contemplación, repitiendo y agradeciendo a Jesús que venga.
5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio
notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, me propongo profundizar en la lectura del texto. ¿Qué
cambiará en mi vida? Te propongo participar con mucha profundidad de una
celebración eucarística. Y tal vez, pueda invitar a alguna persona que, aun
conociendo al Señor, esté pasando por un momento de necesidad necesite de un
aliento para ir a orar contigo y alimentarse del Señor.
En el grupo. Reconocer cuáles son los impedimentos que tenemos y que
ponemos para participar en la celebración eucarística dominical. Pues muchos
son católicos, pero no van a la celebración comunitaria. Proponerse superarlas.
Y como se trata de alimentos, ver la forma de conseguir alimentos para gente
que esté necesitada y poder llevarlos, recordándoles siempre que el verdadero
alimento es Jesús el Señor.