martes, 24 de octubre de 2017

13a. Partes de la Santa Misa - Primera parte

MOMENTOS DE LA SANTA MISA

La Misa es el mejor alimento para nuestro espíritu. Es el banquete por excelencia. Al igual que las familias que se reúnen en torno a la mesa, de esa manera los bautizados celebramos la Misa.

El lugar destinado a los alimentos se llama “Mesa”. Una mesa no recibe su nombre por su forma, ya que puede haber redondas, cuadradas, rectangulares, con patas o con una base, etc. Se llama mesa por el uso que se le da: “es el lugar donde nos reunimos a alimentarnos”. De esa manera, cuando salimos de camping, y ponemos la comida sobre un mantel, el mantel pasa a ser nuestra mesa.

Los cristianos nos reunimos en cada Eucaristía para alimentarnos de Dios. Primero nos alimentamos de su Palabra y luego de su Cuerpo y su Sangre. Esto configura las dos mesas que existen en cada Misa, y en general, los dos momentos fundamentales de la misma.

En el primer momento de la Misa nos alimentamos de Dios por medio de su Palabra. Nos reunimos alrededor de una mesa llamada Ambón. Este momento recibe por nombre Liturgia de la Palabra.

En el segundo momento, nos alimentamos de Dios mismo, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad. Es decir, nos alimentamos de la Eucaristía. Nos reunimos en torno a la segunda mesa llamada Altar. Este momento recibe por nombre Liturgia de la Eucaristía.

Ambos son indispensables en la celebración eucarística. Las dos se complementan y “están tan íntimamente unidas que constituyen un solo acto de culto” (SC 56). “Quitar a la celebración eucarística la Liturgia de la Palabra no es separar una parte, es mutilar un organismo” (L.A. Schökel).
Por esta razón es que creemos que es mejor hablar de “momentos” y no de partes. En muchos textos aparecen explicaciones hablando de las partes de la Misa. En realidad, la Misa es UNA sola parte, constituida por distintos momentos.


Liturgia de la Palabra y Liturgia de la Eucaristía son los dos momentos fundamentales de toda Santa Misa, a los cuales se les añaden los ritos iniciales y los finales.                                   


                El Altar es la Mesa de la Eucaristía  

Recordemos que los momentos de la Misa son sólo dos. Ambos tienen la finalidad de alimentarnos y nos reúnen en torno a una mesa distinta. Pero para estudiar y entender mejor la celebración, se añaden dos más.    

Es decir, la estructura general sería:

Momento I: Mesa de la Palabra
1. Ritos iniciales o introductorios
2. LITURGIA DE LA PALABRA

Momento II: Mesa de la Eucaristía
3. LITURGIA DE LA EUCARISTÍA o Liturgia Eucarística.
4. Ritos finales o conclusivos
                                              
LOS RITOS INICIALES

Todos estos Ritos tienen por finalidad constituir la asamblea, congregarla para la escucha de la Palabra de Dios y la oración. Durante todos los ritos iniciales la comunidad debe permanecer de pie.

Canto de inicio.

El canto, en la Misa, va dirigido a Dios; con el canto cada persona y la comunidad reunida alaba a Dios.
El canto de entrada no es una obligación, pero es una forma muy bonita de comenzar la celebración con alegría.

El canto abre la celebración y tiene una triple finalidad:
1.    Inicia al espíritu de fiesta;
2.  Expresa la alegría de reencontrarse los hermanos entre sí y con su Padre Dios;
3.    Acompaña la procesión (marcha).

Se inicia la Misa cuando el sacerdote entra en procesión hacia el Altar. Esta procesión representa a la Iglesia que peregrina por el Mundo.

Lo importante en el canto no es cantar bien, sino que es la forma como yo canto, si lo hago para Dios o para causar molestias. San Agustín decía: “Cantar es Orar dos veces”.

Con el canto nos unimos para formar una familia, celebrando el día de fiesta de todos los cristianos: el domingo, “día en que resucitó Jesús”.

Saludo.

El sacerdote se ubica frente al altar, de inmediato lo besa. Esto es porque el altar representa a Cristo.

El altar es el centro de la celebración eucarística: Mesa del Señor (1Co 10, 21). Por eso es saludado. En algunas celebraciones más solemnes, también se inciensa el altar.

Luego, se persigna “en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. Al hacer la Señal de la Cruz renovamos nuestro bautismo, reconociendo que somos hijos de Dios y miembros de la Iglesia.

El sacerdote saluda a la asamblea en representación de Cristo, ya que es un hombre consagrado a Dios. Cuando el sacerdote saluda en la persona de Cristo, nuestros pensamientos deben estar elevados al cielo, en la persona de Dios Padre.

Por el saludo, el que preside entra en comunicación con la asamblea. Es “un modo” de presencia del Señor.

Luego de persignarnos, dice el sacerdote: “La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes”. Nosotros decimos: “Y con tu espíritu”.

Otra forma de iniciar el saludo es: “El Señor esté con ustedes”. Respondemos de la misma forma anterior: “Y con tu espíritu

Rito Penitencial.

Es el momento en que pedimos perdón dentro de la Santa Misa, por todas nuestras faltas cometidas. Se pretende despertar el deseo de reconciliarse con los hermanos y con el Padre; derribar los muros que nos separan.

Nuestras faltas pueden ser pecados de pensamiento, de palabras, de actos y también de omisión. Las faltas de omisión son las más frecuentes, ya que así engañamos a la conciencia. También podemos decir que las faltas de omisión es no hacer lo que debo, sino lo que se me antoja, y no lo que le gusta a Dios.

La Virgen María es la que intercede por nosotros delante de Dios. Por eso la llamamos Medianera.

El sacerdote nos invita a purificar nuestra alma: “Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados”.

En este momento el sacerdote puede rezar con nosotros el “Yo confieso” o utilizar otras fórmulas penitenciales. Todas ellas finalizan: “Dios Todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna”. R: “Amén”.

Para concluir el rito penitencial, se puede rezar o cantar una oración de perdón. A este le llamamos Kyries.

KYRIES: Son aclamaciones dirigidas a Cristo hecho Señor, incluye la petición de perdón, pero predomina la alabanza, el homenaje. Son invocaciones a Cristo para que acuda en nuestro auxilio: “Señor ten piedad, Cristo ten piedad, Señor ten piedad”.

Gloria.
Es un himno antiquísimo que viene del siglo II, con el cual la Iglesia congregada en el Espíritu Santo, glorifica a Dios Padre y al Cordero que nos ha salvado y le presenta sus súplicas.

Su característica es ser un himno trinitario, es decir, que alaba a las tres personas de la Santísima Trinidad de manera separada cada una (personas distintas), pero en un solo canto (un solo Dios).

El Himno del Gloria se canta o se reza solamente los días Domingos y las Fiestas religiosas. El Gloria no se canta ni se reza en Adviento ni en Cuaresma.

Himno de Alabanza (Gloria)

Sacerdote: Gloria a Dios en el cielo,
Asamblea: Y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Sacerdote: Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos,
Asamblea: Te adoramos, te glorificamos, te damos gracias.
Sacerdote: Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso.
Asamblea: Señor, Hijo único, Jesucristo.
Sacerdote: Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre:
Asamblea: Tú que quitas el pecado del mundo, te piedad de nosotros.
Sacerdote: Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica.
Asamblea: Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros:
Sacerdote: Porque sólo Tú eres Santo.
Asamblea: Sólo tú Señor.
Sacerdote: Sólo Tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo.
Asamblea: En la gloria de Dios Padre. Amén.

Oración Colecta.

Condensa y reúne las intenciones y deseos de todos con una sola plegaria dicha por el que preside.

La oración colecta debe ser de la siguiente forma: 1° La dice el Presbítero; 2° La dice en plural (en nombre de la comunidad); 3° La dirige al Padre; 4° Por medio de Cristo.

Cuando el sacerdote solemnemente dice: “Oremos”, todos los que celebran la Misa deben unir sus intenciones en oración. El pueblo es invitado a orar; en silencio se da cuenta de la presencia de Dios y formula sus súplicas.

En esta oración, la Iglesia manifiesta cada día de una manera especial su oración. Esta puede ser en una solemnidad de un Santo, en una Fiesta de Cristo, o en una Fiesta de la Virgen María.

Luego el sacerdote concluye esta oración con la invocación a la Trinidad.


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