El Canto Litúrgico
Los cantos son comunes a todas las fiestas y celebraciones. Y como las
celebraciones litúrgicas son verdaderas celebraciones, el canto es parte
esencial. En toda la Biblia encontramos el canto. El ejemplo más perfecto son
los salmos, que expresan la
admiración y el reconocimiento de la presencia de Dios en la creación, en la
historia y en la vida de cada hombre.
La iglesia primitiva continúo esta práctica y los apóstoles invitaban a los
fieles a expresarse con salmos, himnos y cánticos inspirados (Ef 5,18-20; Sant
5,13).
En los Santos Padres hay muchos testimonios. San Juan Crisóstomo dice: “Desde que baja en medio de nosotros el
salmo, reúne las voces más diversas y forma con todas ellas un cántico
armonioso”. San Basilio dice: “El
canto del salmo rehace amistades, reúne a los que estaban separados entre sí,
vuelve amigos a los que estaban enemistados... y reúne al pueblo en la sinfonía
de un mismo coro”. San Agustín dice:
“Yo siento que estas palabras, cuando se cantan, sumergen mi alma en devoción
más ferviente y apasionada que si no se cantasen.
Siempre que las personas se han reunido en nombre del Señor para celebrar
los misterios del Señor, la música y el canto han ocupado un lugar importante.
Las funciones y los valores
del canto
La Iglesia se sirve del canto y la música para celebrar el misterio de la
salvación. Y la razón del canto se encuentra en el servicio que se debe prestar
a la acción litúrgica (SC 112). El canto ha servido siempre para expresar los
sentimientos más profundos del hombre. El canto desarrolla la participación y
permite que los sentimientos de fe, alabanza, gozo, etc., adopten una expresión
más intensa y penetrante.
El canto crea comunidad: “El canto dimana de los profundo del espíritu... y
pone de manifiesto de un modo pleno y perfecto la índole comunitaria del culto
cristiano” y el canto es un signo de comunión. “nada más festivo ni más grato
en las celebraciones que toda un asamblea entera exprese su fe y su piedad por
el canto”.
La animación
En
la asamblea litúrgica existe una diversidad de servicios para el canto. Ante
todo, esta el pueblo que es el responsable principal del canto, pero también
existen individualidades que cantan: el presidente, el salmista, el solista, el
coro, el animador o director del canto, y es muy importante saber conjugar
estos actores que intervienen en el canto.
Tiene una gran importancia
el animador del canto que dirige la asamblea y que además tiene que ensayar. Su
función consiste en impulsar, animar, cantar sin olvidar que el principal
animador de la acción litúrgica es el presidente y con él la comunidad toda. El
animador crea la comunión desde el canto.
El coro ayuda al canto
colectivo de la asamblea, colabora alternativa o dialogalmente con ella,
enriquece el canto con la polifonía y suple en ciertos momentos al pueblo para
que este escuche. Nunca suplanta a la asamblea sobre todo en el salmo
interleccional, en el santo, en la aclamación Eucarística, etc.
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