miércoles, 22 de enero de 2014

LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR - CICLO A  (02-02-14)

I.       RITO DE ENTRADA

Hoy celebramos la fiesta de la Presentación del Señor, donde Simeón, el anciano profeta, recibe a Jesús niño en el Templo, reconociendo en él al Salvador de su Pueblo y la luz que alumbrará las naciones.  La iglesia es el nuevo Templo que hace posible que descubramos a Cristo y lo podamos reconocer como luz que alumbra a las naciones, como el Sumo Sacerdote fiel, capaz de compadecerse de los hombres, sus hermanos.

1.     Antífona de entrada.                                   Sal 47, 10-11
Oh Dios, hemos recibido tu misericordia en medio de tu templo. Como tu renombre, oh Dios, tu alabanza llega al confín de la tierra; tu diestra está llena de justicia.  

2.     Acto penitencial

Ø Tú que eres la luz para alumbrar a las naciones. Señor, ten piedad.
Ø Tú que eres la gloria de tu pueblo. Cristo, ten piedad.
Ø Tú que eres la salvación de todos los hombres. Señor, ten piedad.

3.   Gloria: Vamos a alabar, bendecir, glorificar y dar gracias a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, entonando el himno del Gloria.

4.     Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, te rogamos humildemente que, así como tu Hijo unigénito, revestido de nuestra humanidad, ha sido presentado hoy en el templo, nos concedas, de igual modo, a nosotros la gracia de ser presentados delante de ti con el alma limpia. Por nuestro Señor Jesucristo.  

II.     LITURGIA DE LA PALABRA

&  5. 1ra. lectura: de la profecía de Malaquías 3, 1-4
“Así dice el Señor: “Miren, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. En seguida entrará en el santuario el Señor a quien ustedes buscan, el mensajero de la alianza que ustedes desean. Ya llega –dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida? ¿Quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavadero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda conforme a la justicia. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos”. Palabra de Dios. R. Te  alabamos, Señor.

&  6. Salmo responsorial: 23

R. “El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos”
Ø ¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el rey de la gloria! / R.
Ø ¿Y quién es ese rey de la gloria? Es el Señor, el fuerte, el poderoso, el Señor poderoso en los combates. / R.
Ø ¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el rey de la gloria. / R.
Ø ¿Y quién es ese rey de la gloria? El rey de la gloria es el Señor de los ejércitos. / R.

&  7. 2da. Lectura: de la carta a los Hebreos 2, 14-18

“Hermanos: Ya que los hijos tienen una misma sangre y una misma carne, Jesús también debía participar de esa condición, para reducir a la impotencia, mediante su muerte, a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, el demonio, y liberar de este modo a todos los que vivían completamente esclavizados por el temor de la muerte. Porque él no vino para socorrer a los ángeles, sino a los descendientes de Abraham. En consecuencia, debió hacerse semejante en todo a sus hermanos, para llegar a ser un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo. Y por haber experimentado personalmente la prueba y el sufrimiento, él puede ayudar a aquellos que están sometidos a la prueba”. Palabra de Dios. R. te alabamos, Señor.

8. Aclamación antes del Evangelio: Aleluya, aleluya. “Luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”. R. Aleluya.


& 9. Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-40

“Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, “Todo primogénito varón será consagrado al Señor”, y para ofrecer en sacrificio, como dice la ley del Señor: “un par de tórtolas o dos pichones”. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo oraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a TU Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo de Israel”. Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: “Mira, este niño está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como un signo de contradicción y a ti una espada te traspasará el alma. Así quedarán al descubierto las intenciones de muchos corazones”. También había una profetisa, llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que ordenaba la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él”. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

10. Plegaria universal: A cada invocación respondemos: “¡Señor, que irradiemos tu luz a todos los pueblos!”.
v Por el Papa, los obispos, sacerdotes, consagrados y todo el pueblo fiel; para que presenten diariamente a Cristo; con gozo, fe y esperanza a todo el mundo. Roguemos al Señor.
v Por los dirigentes de todas las naciones; para que atiendan a todas las necesidades de sus pueblos con prontitud. Roguemos al Señor.
v Por los que viven perseguidos por la predicación de tu Evangelio; para que su fe se acreciente ante la adversidad y la esperanza nacida de Cristo sea su guía ante el desaliento. Roguemos al Señor.
v Por los niños, los débiles, los pobres; para que seamos conscientes de que ellos son los favoritos del Señor y vayamos con presteza a consolarlos. Roguemos al Señor.
v Por nosotros aquí reunidos como comunidad parroquial; para que tengamos el valor de dar testimonio de Cristo donde quiera que estemos. Roguemos al Señor.

III.    LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

11. Oración sobre las ofrendas
Sea grata a tus ojos, Señor, la ofrenda que la Iglesia te presenta llena de alegría, a ti que has querido que tu Hijo unigénito se inmolara como cordero inocente por la salvación del mundo. Por Jesucristo nuestro Señor.

 12. Antífona de comunión.                                         Lc 2,30-31
Mis  ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos. 

13. Oración después de la comunión.

Por estos sacramentos que hemos recibido, llénanos de tu gracia, Señor, tú que has colmado plenamente la esperanza de Simeón; y así como a él no le dejaste morir sin haber tenido en sus brazos a Cristo, concédenos a nosotros, que caminamos al encuentro del Señor, merecer el premio de la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

LECTURAS DE LA SEMANA (Febrero)

Lunes 03: 2 Sam 15, 13-14.30; 16,5-13; Sal 3; Mc 5,1-20
Martes 04: 2 Sam 18,9-10.14.24-26.31-32-19,1; Sal 85; Mc 5, 21-43
Miércoles 05: 2 Sam 24, 2.9-17; Sal 31; Mc 6, 1-6
Jueves 06: 1 Re 2, 1-4.10-12; Sal: 1 Cro 29, 10-12; Mc 6, 7-13
Viernes 07: Eclo 47, 2-11; Sal 17; Mc 6, 14-29
Sábado 08: 1 Re 3, 4-13; Sal 118; Mc 6, 30-34

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