LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR -
CICLO A (02-02-14)
I. RITO
DE ENTRADA
Hoy celebramos la fiesta de la Presentación del
Señor, donde Simeón, el anciano profeta, recibe a Jesús niño en el Templo,
reconociendo en él al Salvador de su Pueblo y la luz que alumbrará las
naciones. La iglesia es el nuevo Templo
que hace posible que descubramos a Cristo y lo podamos reconocer como luz que
alumbra a las naciones, como el Sumo Sacerdote fiel, capaz de compadecerse de
los hombres, sus hermanos.
1.
Antífona de entrada. Sal 47, 10-11
Oh Dios,
hemos recibido tu misericordia en medio de tu templo. Como tu renombre, oh
Dios, tu alabanza llega al confín de la tierra; tu diestra está llena de
justicia.
2.
Acto penitencial
Ø Tú que eres la luz para alumbrar a las naciones. Señor, ten piedad.
Ø Tú que eres la gloria de tu pueblo. Cristo, ten
piedad.
Ø Tú que eres la salvación de todos los hombres. Señor,
ten piedad.
3. Gloria: Vamos
a alabar, bendecir, glorificar y dar gracias a Dios Padre, Dios Hijo y Dios
Espíritu Santo, entonando el himno del Gloria.
4.
Oración colecta
Dios
todopoderoso y eterno, te rogamos humildemente que, así como tu Hijo unigénito,
revestido de nuestra humanidad, ha sido presentado hoy en el templo, nos
concedas, de igual modo, a nosotros la gracia de ser presentados delante de ti
con el alma limpia. Por nuestro Señor Jesucristo.
II. LITURGIA
DE LA PALABRA
&
5. 1ra.
lectura: de la profecía de Malaquías 3, 1-4
“Así dice el Señor: “Miren, yo envío a mi
mensajero, para que prepare el camino ante mí. En seguida entrará en el
santuario el Señor a quien ustedes buscan, el mensajero de la alianza que
ustedes desean. Ya llega –dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá
resistir el día de su venida? ¿Quién quedará en pie cuando aparezca? Será un
fuego de fundidor, una lejía de lavadero: se sentará como un fundidor que
refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y
presentarán al Señor la ofrenda conforme a la justicia. Entonces agradará al
Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los
años antiguos”. Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
&
6. Salmo
responsorial: 23
R. “El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos”
Ø ¡Puertas, levanten sus
dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el rey de la gloria!
/ R.
Ø ¿Y quién es ese rey de
la gloria? Es el Señor, el fuerte, el poderoso, el Señor poderoso en los
combates. / R.
Ø ¡Puertas, levanten sus
dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el rey de la gloria. / R.
Ø ¿Y quién es ese rey de
la gloria? El rey de la gloria es el Señor de los ejércitos. / R.
& 7. 2da.
Lectura: de la carta a los Hebreos 2, 14-18
“Hermanos:
Ya que los hijos tienen una misma sangre y una misma carne, Jesús también debía
participar de esa condición, para reducir a la impotencia, mediante su muerte,
a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, el demonio, y liberar de
este modo a todos los que vivían completamente esclavizados por el temor de la
muerte. Porque él no vino para socorrer a los ángeles, sino a los descendientes
de Abraham. En consecuencia, debió hacerse semejante en todo a sus hermanos,
para llegar a ser un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el servicio de
Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo. Y por haber experimentado
personalmente la prueba y el sufrimiento, él puede ayudar a aquellos que están
sometidos a la prueba”. Palabra de
Dios.
R. te alabamos, Señor.
8. Aclamación
antes del Evangelio: Aleluya,
aleluya. “Luz para iluminar a las naciones
paganas y gloria de tu pueblo Israel”. R. Aleluya.
&
9. Lectura del
santo evangelio según san Lucas 2, 22-40
“Cuando
llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús
lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, “Todo primogénito varón
será consagrado al Señor”, y para ofrecer en sacrificio, como dice la ley del
Señor: “un par de tórtolas o dos pichones”. Vivía entonces en Jerusalén un
hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de
Israel; y el Espíritu Santo oraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu
Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por
el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para
cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios
diciendo: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en
paz. Porque mis ojos han visto a TU Salvador, a quien has presentado ante todos
los pueblos: Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo de Israel”.
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los
bendijo, diciendo a María su madre: “Mira, este niño está puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; será como un signo de contradicción y a
ti una espada te traspasará el alma. Así quedarán al descubierto las
intenciones de muchos corazones”. También había una profetisa, llamada Ana,
hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita
había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se
apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.
Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos
los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que
ordenaba la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El
niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de
Dios estaba con él”. Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
10. Plegaria universal: A cada invocación respondemos: “¡Señor,
que irradiemos tu luz a todos los pueblos!”.
v Por
el Papa, los obispos, sacerdotes, consagrados y todo el pueblo fiel; para que
presenten diariamente a Cristo; con gozo, fe y esperanza a todo el mundo. Roguemos al
Señor.
v Por los
dirigentes de todas las naciones; para que atiendan a todas las necesidades de
sus pueblos con prontitud. Roguemos al Señor.
v Por los que viven perseguidos por la predicación de tu Evangelio; para
que su fe se acreciente ante la adversidad y la esperanza nacida de Cristo sea
su guía ante el desaliento. Roguemos al Señor.
v Por los niños, los débiles, los pobres; para que seamos conscientes de
que ellos son los favoritos del Señor y vayamos con presteza a consolarlos.
Roguemos al Señor.
v Por nosotros aquí reunidos como comunidad parroquial; para que tengamos
el valor de dar testimonio de Cristo donde quiera que estemos. Roguemos al
Señor.
III.
LITURGIA DE LA EUCARISTÍA
11. Oración
sobre las ofrendas
Sea grata a
tus ojos, Señor, la ofrenda que la Iglesia te presenta llena de alegría, a ti
que has querido que tu Hijo unigénito se inmolara como cordero inocente por la
salvación del mundo. Por Jesucristo nuestro Señor.
12. Antífona
de comunión. Lc
2,30-31
Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has
presentado ante todos los pueblos.
13. Oración
después de la comunión.
Por estos
sacramentos que hemos recibido, llénanos de tu gracia, Señor, tú que has
colmado plenamente la esperanza de Simeón; y así como a él no le dejaste morir
sin haber tenido en sus brazos a Cristo, concédenos a nosotros, que caminamos
al encuentro del Señor, merecer el premio de la vida eterna. Por Jesucristo
nuestro Señor.
LECTURAS DE LA SEMANA (Febrero)
Lunes 03: 2 Sam 15, 13-14.30; 16,5-13; Sal 3; Mc 5,1-20
Martes 04: 2 Sam 18,9-10.14.24-26.31-32-19,1; Sal 85; Mc
5, 21-43
Miércoles 05: 2 Sam 24, 2.9-17; Sal 31; Mc 6, 1-6
Jueves 06: 1 Re 2, 1-4.10-12; Sal: 1 Cro 29, 10-12; Mc 6, 7-13
Viernes 07: Eclo 47, 2-11; Sal 17; Mc 6, 14-29
Sábado 08: 1 Re 3, 4-13; Sal 118; Mc 6, 30-34
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