viernes, 28 de febrero de 2014

DOMINGO IV DE CUARESMA - CICLO A  (30-03-14)

                         I. RITO DE ENTRADA

¡Qué importante es el don de la vista y qué importante es la luz para poder orientarnos en la oscuridad!

En este cuarto domingo de cuaresma, Jesús, da la vista a un ciego de nacimiento y se presenta como “la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.

1. Antífona de entrada.       Is 66, 10-11
Festejen a Jerusalén, gocen con ella todos los que la aman, alégrense de su alegría, los que por ella llevaron luto; mamarán a sus pechos y se saciarán de sus consuelos.

2. Acto penitencial
· Tú expiaste el pecado de todos, Señor, ten piedad.
· Tú que no nos tratas como merecen nuestras culpas, Cristo, ten piedad.
· Tú que acogías a los pecadores y comías con ellos, Señor, ten piedad.

3. Gloria: (No se dice el gloria).

4. Oración colecta
Señor, que reconcilias contigo a los hombres por tu Palabra hecha carne, haz que el pueblo cristiano se apresure, con fe viva y entrega generosa, a celebrar las próximas fiestas pascuales. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                   II. LITURGIA DE LA PALABRA

& 5. 1ra. lectura: del primer libro de  Samuel 16, 1b.6-7.10-13a

“En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: “Llena de aceite tu cuerno y ponte en camino; yo te envío, a casa de Jesé, el de Belén, porque he elegido como rey a uno de sus hijos”. Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: “Seguramente, éste es el ungido del Señor”. Pero el Señor le dijo: “No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón”. Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: “Tampoco a éstos los ha elegido el Señor”. Luego preguntó a Jesé: “¿Son éstos todos tus muchachos?”. Jesé respondió: “Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas”. Samuel dijo: “Manda a buscarlo, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue”. Jesé mandó a que lo trajeran y lo hizo entrar: era rubio, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: “Levántate, úngelo, porque es éste”. Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y permaneció con él en adelante.. Palabra de Dios. R. Te  alabamos, Señor.

& 6. Salmo responsorial: 22

R. “El Señor es mi pastor, nada me falta”
- El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. / R.
- Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. / R.
- Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. / R.
- Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. / R.

& 7. 2da. Lectura: de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 8-14
“Hermanos: En otro tiempo, ustedes eran tinieblas, ahora son luz en el Señor. Caminen como hijos de la luz toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denúncienlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero al ser denunciadas salen a la luz, porque todo lo que se pone de manifiesto es luz. Por eso dice: “Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz”. Palabra de Dios. R. te alabamos, Señor.

8. Aclamación antes del Evangelio: “Yo soy la luz del mundo –dice el Señor-; el que me sigue tendrá la luz de la vida”.

& 9. Lectura del santo evangelio según san Juan 9, 1-41
“En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: “Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?”. Jesús contestó: “Ni éste pecó ni sus padres, ha sucedido para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”. Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: “Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)”. Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: “No es éste el que se sentaba a pedir?”. Unos decían: “Sí, es él mismo”. Otros decían: “No es él, pero se le parece”. Él respondía: “Soy yo”. Y le preguntaban: “¿Y cómo se te han abierto los ojos?”. Él contestó: “Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver”. Le preguntaron: “¿Dónde está él?”. Contestó: “No lo sé”. Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: “Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo”. Algunos de los fariseos comentaban: “Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado”. Otros replicaban: “¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?”. Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: “Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?”. Él contestó: “Que es un profeta”. Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:”¿Es éste su hijo, el que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver?”. Sus padres contestaron: “Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero no sabemos cómo es que ahora puede ver, ni tampoco sabemos quién le dio la vista. Pregúntenselo a él, que es mayor y él mismo puede darles razón”. Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya habían acordado expulsar de la sinagoga a quien reconociera que Jesús era Mesías. Por eso sus padres dijeron: “Ya es mayor, pregúntenselo a él. Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: “Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador”. Contestó él: “Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo”. Le preguntan de nuevo: “’Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?”. Les contestó: “Lo he dicho ya, y no me han hecho caso; ¿para qué quieren oírlo otra vez?; ¿también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?”. Ellos lo insultaron y le dijeron: “Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene”. Replicó él: “Pues eso es lo raro: que ustedes no saben de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que da culto a Dios y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder”. Le replicaron: “Tú que naciste lleno de pecado, ¿quieres darnos lecciones a nosotros?”. Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le  dijo: “¿Crees tú en el Hijo del hombre?”. Él contestó: “¿Y quién es Señor, para que crea en él?”. Jesús le dijo: “Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es”. Él dijo: “Creo, Señor”. Y se postró de rodillas delante de él. Jesús añadió: “Para un juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven vean, y los que ven queden ciegos”. Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: “¿También nosotros estamos ciegos?”. Jesús les contestó: “Si estuvieran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen que ven, su pecado persiste”. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

10. Plegaria universal: A cada invocación respondemos: “Señor, limpia nuestros ojos”.

                                   III. LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

11. Oración sobre las ofrendas
Al ofrecerte, Señor, en la celebración gozosa de este domingo, los dones que nos traen la salvación, te rogamos nos ayudes a celebrar estos santos misterios con fe verdadera y a saber ofrecértelos por la salvación del mundo. Por Jesucristo nuestro Señor.

 12. Antífona de comunión. Jn 9, 11
Él Señor me untó los ojos, fui, me lavé y empecé a ver y a creer en Dios.

13. Oración después de la comunión.
Señor Dios, luz que alumbras a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestro espíritu con la claridad de tu gracia, para que nuestros pensamientos sean dignos de ti y aprendamos a amarte de todo corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.

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