I. RITO DE ENTRADA
Todos experimentamos en el corazón una sed profunda de vivir, de amar, de ser feliz. Y nos pasamos la vida buscando saciar esa sed.
En este tercer domingo de cuaresma, Jesús, dialogando con una mujer samaritana, se presentará como el “agua viva”, la única capaz de saciar nuestra sed de felicidad.
1. Antífona de entrada. Sal 24, 15-16
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él saca mis pies de la red. Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
2. Acto penitencial
· Porque no hemos respondido a tus llamadas, Señor, ten piedad.
· Porque nos creemos seguros de sí mismos, Cristo, ten piedad.
· Porque nuestra vida es estéril, Señor, ten piedad.
3. Gloria: (No se dice el gloria).
4. Oración colecta
Señor, Padre de misericordia y origen de todo bien, que aceptas el ayuno, la oración y la limosna como remedio de nuestros pecados, mira con amor a tu pueblo penitente y restaura con tu misericordia a los que estamos hundidos bajo el peso de las culpas. Por nuestro Señor Jesucristo.
II. LITURGIA DE LA PALABRA
& 5. 1ra. lectura: del libro del Éxodo 17, 3-7
“En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés:- “¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?”. Clamó Moisés al Señor y dijo: - “¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen”. Respondió el Señor a Moisés: - “Preséntate al pueblo llevando contigo algunos ancianos de Israel; lleva también en tu mano el bastón con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la roca, en Horeb; golpearás la roca, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo”. Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la rebelión de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo:- “¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?”. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
& 6. Salmo responsorial: 94
R. “Escucharemos tu voz, Señor”
- Vengan, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. / R.
- Entren, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. / R.
- Ojalá escuchen hoy su voz: “No endurezcan el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando sus padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras”. /R.
& 7. 2da. Lectura: de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-2.5-8
“Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en la cual nos encontramos: y por él nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y esta esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza para salvarnos, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado; en verdad, a duras penas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; más la prueba de que Dios nos ama es que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros”. Palabra de Dios. R. te alabamos, Señor.
8. Aclamación antes del Evangelio: “Señor, tú eres de verdad el Salvador del mundo; dame agua viva; así no tendré más sed”.
& 9. Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 5-42
“En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: - “Dame de beber”. Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice:- “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”. Porque los judíos no tienen trato con los samaritanos, Jesús le contestó:- “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva”. La mujer le dice:- “Señor, ni siquiera tienes con que sacar agua, y el pozo es muy hondo, ¿de dónde vas a sacar esa agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él, sus hijos y sus ganados?”. Jesús le contestó:-“El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial que brota hasta la vida eterna”. La mujer le dice:- “Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla”. Él le dice:- “Anda, llama a tu marido y vuelve”. La mujer le contesta:- “No tengo marido”. Jesús le dice:- “Tienes razón, no tienes marido: has tenido ya cinco, y el que ahora tienes no es tu marido. En eso has dicho la verdad” La mujer le dice:- “Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto a Dios en este monte, pero ustedes los judíos dicen que el lugar donde se debe dar culto está Jerusalén”. Jesús le dice: - Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén darán ustedes culto al Padre. Ustedes dan culto a uno que no conocen; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que les dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad”. La mujer le dice:- “Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos los dirá todo”. Jesús le dice:- “Soy yo, el que habla contigo”. En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo:- “¿Qué le preguntas o de que le hablas?”. La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:- “Vengan a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será éste el Mesías?”. Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. Mientras tanto sus discípulos le insistían:-“Maestro, come”. Él les dijo:- “Yo tengo por comida un alimento que ustedes no conocen”. Los discípulos comentaban entre ellos:- “¿Le habrá traído alguien de comer?”. Jesús les dice:- “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No dicen ustedes que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo les digo esto: Levanten los ojos y contemplen los campos, que están ya maduros para la cosecha; el que trabaja en la cosecha ya está recibiendo su salario y almacenando fruto para la vida eterna: de modo que el que siembra y el que cosecha se alegran. Con todo, tiene razón el proverbio: Uno siembra y otro cosecha. Yo los envié a cosechar lo que no les costó ningún trabajo. Otros fueron los que trabajaron y ustedes son los que se han beneficiado del trabajo de ellos”. En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: “Me ha dicho todo lo que hice”. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron mucho más por su predicación, y decían a la mujer:- “Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo”. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
10. Plegaria universal: A cada invocación respondemos: “¡Señor, esperamos tu agua viva!”.
III. LITURGIA DE LA EUCARISTÍA
11. Oración sobre las ofrendas
Te pedimos, Señor, que la celebración de esta eucaristía perdone nuestras deudas y nos ayude a perdonar a nuestros deudores. Por Jesucristo nuestro Señor.
12. Antífona de comunión. Jn 4, 13-14
Él que bebe del agua que yo le daré –dice el Señor, el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
13. Oración después de la comunión.
Alimentados ya en la tierra con el pan del cielo, prenda de eterna salvación, te suplicamos, Señor, que se haga realidad en nuestra vida lo que hemos recibido en este sacramento. Por Jesucristo nuestro Señor.
LECTURAS DE LA SEMANA (Marzo)
Lunes 24: 2 Re 5, 1-15a; Sal 41; Lc 4, 24-30
Martes 25: Is 7,10-14; 8, 10; Sal 39; Lc 1, 26-38
Miércoles 26: Dt 4, 1.5-9; Sal 147; Mt 5, 17-19
Jueves 27: Jr 7, 23-28; Sal 94; Lc 11, 14-23
Viernes 28: Os 14, 2.10; Sal 80; Mc 12, 28b-34
Sábado 29: Os 6, 1-6; Sal 50; Lc 18, 9-14
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