viernes, 28 de febrero de 2014

DOMINGO V DE CUARESMA - CICLO A  (06-04-14)

                                   I. RITO DE ENTRADA

Comenzamos la semana previa a la Semana Santa. El próximo domingo aclamaremos a Jesús con los ramos en alto.

En este quinto domingo de cuaresma, la muerte y la vida se encuentran cara a cara. Lázaro está muerto; pero Cristo asegura “Yo soy la resurrección y la vida…” y venciendo a la muerte, resucita a Lázaro. He aquí la gran propuesta de Jesús: resucitar, levantarse de la tumba de una vida sin sentido para caminar con la nueva vida que él nos ganó con su muerte y resurrección.

1. Antífona de entrada.       Sal 42, 1-2
Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa, contra gente sin piedad; sálvame del hombre traidor y malvado. Tú eres mi Dios y protector.

2. Acto penitencial
· Tú que no has sido enviado a condenarnos sino a salvarnos, Señor, ten piedad.
· Tú que has venido a buscar y salvar lo que estaba perdido, Cristo, ten piedad.
· Tú que no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, Señor, ten piedad.

3. Gloria: (No se dice el gloria).

4. Oración colecta
Te rogamos, Señor Dios nuestro, que tu gracia nos ayude, para que vivamos siempre de aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                               II. LITURGIA DE LA PALABRA

& 5. 1ra. lectura: de la profecía de Ezequiel 37, 12-14

“Así dice el Señor: “Yo mismo abriré los sepulcros de ustedes, y los haré salir de ellos, pueblo mío, y los llevaré de nuevo a la tierra de Israel. Y, cuando abra sus sepulcros y los saque de ellos, pueblo mío, sabrán que yo soy el Señor. Les infundiré mi espíritu, y vivirán; los estableceré en su propia tierra y sabrán que yo, el Señor, lo digo y lo hago” Oráculo del Señor”. Palabra de Dios. R. Te  alabamos, Señor.

& 6. Salmo responsorial: 129

R. “Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa”
- Desde lo hondo a ti grito, Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. / R.
- Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. / R.
- Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora. / R.
- Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos. / R.

& 7. 2da. Lectura: de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 8-11
“Hermanos: Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no están sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en ustedes. Él que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en ustedes, aunque el cuerpo esté muerto a causa del pecado, el espíritu vive por fuerza salvadora de Dios. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús dará nueva vida a sus cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en ustedes”. Palabra de Dios. R. te alabamos, Señor.

8. Aclamación antes del Evangelio: “Yo soy la resurrección y la vida –dice el Señor-; el que cree en mí no morirá para siempre”.

& 9. Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 1-45
“En aquel tiempo, había un hombre enfermo que se llamaba Lázaro, natural de Betania, el pueblo de María y de su hermana Martha. María era la que ungió al Señor con perfume y le seco los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. Las hermanas mandaron a Jesús este mensaje: “Señor, tu amigo está enfermo”. Jesús, al oírlo, dijo: “Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro, cuando se enteró que éste se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: “Vamos otra vez a Judea”. Los discípulos le replicaron: “Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí?”. Jesús contestó: “¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz”. Dicho esto añadió: “Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo”. Entonces le dijeron sus discípulos: “Señor, si duerme, se salvará”. Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo claramente: “Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de que no hayamos estado allí, para que crean. Y ahora vamos a su casa”. Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: “Vamos también nosotros y muramos con él”. Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta respondió: “Sé que resucitará en la resurrección del último día”. Jesús le dice: “Yo soy la resurrección y la vida; él que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y él que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?”. Ella le contestó: “Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”. Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: “El Maestro está ahí y te llama”. Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él; porque Jesús no había entrado todavía en el pueblo, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía de prisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: “Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano”. Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió profundamente y se estremeció. Después preguntó: “¿Dónde lo han enterrado?”. Le contestaron: “Señor, ven  verlo”. Y Jesús lloró. Los judíos comentaban: “¡Cómo lo quería!”. Pero algunos dijeron: “Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?”. Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cueva tapada con una piedra. Dijo Jesús: “Quiten la piedra”. Marta, la hermana del muerto, le dijo: “Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días”. Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”. Entonces quitaron la piedra. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado”. Y dicho esto, gritó con voz potente: “Lázaro, sal afuera”. El muerto salió, con los pies y las manos atadas con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: “Desátenlo y déjenlo ir”. Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él”. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

10. Plegaria universal: A cada invocación respondemos: “Señor, vida y resurrección nuestra, escúchanos”.

                                         III. LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

11. Oración sobre las ofrendas
Escúchanos, Dios todopoderoso, tú que nos has iniciado en la fe cristiana, y purifícanos por la acción de este sacrificio. Por Jesucristo nuestro Señor.

 12. Antífona de comunión. Jn 11, 26
Él que está vivo y cree en mí no morirá para siempre dice el Señor.

13. Oración después de la comunión.
Te pedimos, Dios todopoderoso, que nos cuentes siempre entre los miembros de Cristo, cuyo Cuerpo y Sangre hemos comulgado. Por Jesucristo nuestro Señor.

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